18 de diciembre de 2005

Una de callos (o como jugar con los sentimientos)

Buenas,

hoy hemos tenido comida familiar, con mis hermanos, mi padre y su mujer. Hemos ido a un sitio que no me gusta nada, que es una sidrería en la que la especialidad es el cabrito y similares. No me gusta, no por las especialidades, sino porque hay mucho ruido y los camareros son un poco desagradables. Pero bueno, al caso. Han puesto para picar una tapita de callos con garbanzos. Si hay algo que me de más grima que el pato laqueado de los chinos (por aquello que lo trocean en vivo) son los callos. El olor me repugna totalmente y el aspecto me parece vomitivo. Me parece incomprensible que alguien se pueda comer esa especie de panal de abeja blando. Total, que como me estaba dando muchísimo asco y a ellos no parecía importarles, he hecho algo que hacía muchos años que no hacía, he dicho algo así "¿Los callos son las paredes del intestino? ¿Por donde circula la mierda del animal? Lo habrán lavado bien." Mano de santo oye, a los dos segundos el camarero ha sido solicitado para retirar las dos tapas de callos entre improperios familiares (los dicen con amor).

Eeto me ha recordado al principio de ser vegetariano, que hacía muchas veces algo similar. Si alguien comía un trozo de vaca, pues yo mugía a su lado, si era oveja balaba, etc. Habitualmente el comensal no hacía ni puto caso, pero en ocasiones decia que no quería comer más y me insultaba o similares. Eso es evidentemente porque es muy fácil comerte una vaca si está fileteada y con salsa, pero si tuvieran que matar ellos al animal, los vegetarianos seriamos legión.

Para terminar, hace poco (joder, un par de años, como pasa el tiempo) mi madre me contó que no iba a comer nunca más carne de oveja ni similares. El motivo es que iba por el campo con unos amigos y vió una granja de ovinos en los que supongo los conducían al matadero. Me contó que se pegaron una tremenda llorera allí oyendo "los balidos de los corderos". Pero lo que más me sorprendió fue que me dijo que una de las que más lloraron, cuando bajaron al pueblo, se zampó una porción de oveja entre pan y pan. Y me hizo mucha gracia su indignación al respecto.

En fin, supongo que todos somos en el fondo vegetarianos y tenemos que rascar un poquito el barniz para sacarlo. Del mismo modo, posiblemente se terminaría al explotación infantil si cada vez que compramos un balón de futbol (por ejemplo), vieramos las condiciones que vive la persona que los ha fabricado. Pero esa es otra batalla.

Besitos.

2 comentarios:

  1. Anónimo5:31 p. m.

    Batallas hay muchas, desde luego, pero lo importante es que vayamos despertando y viéndolas.

    Gracias por el blog. Me diviertes!!!

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  2. Buenas,

    el tito chinchan siempre está al servicio de vegetarianos aburridos ;-)

    Besitos.

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