... o vida y obra de la tribu del tofu, como gusten ustedes.

25 de septiembre de 2010

En la playa (2 de 3)


Buenas,

Empecemos la memoria del día con un momento escatológico (acaba de caer un grillo al teclado, ansioso de conocer la historia) que nos da un ejemplo del glamour en el que vivimos envueltos. Estando en la piscina de niños, sale un señor de un WC que hay al lado y dice, a grito pelado y con los brazos bien separados “He echado una mierda así de grande, para el hotel”. A punto he estado de vitorearle, pero a lo mejor me hacía una tura turísitica por villa mojón y los mejores documentos gráficos de similares acciones a lo largo y ancho del mundo. No contento con ello, al rato ha llegado un amigo suyo y le ha dicho “He echado una mierda para el Zapatero, para el Corbacho y para el hotel”. Ya me imagino a la Sonsoles en Moncloa diciendo “ZP, te ha llegado un paquete de Cádiz por mensajería urgente”. Aunque personalmente me ha hecho más gracia el amigo, que le ha preguntado “¿Para Corbacho el del baloncesto?”. Qué bonito vivir en un país donde se confunde al ministro de trabajo con un jugador de la NBA.

Cambiando el tercio, Pablo tuvo ayer su momento de gloria, que será gratamente recordado como el mayor pucherazo de la historia de los concursos infantiles. Dentro del programa de animación para los más peques, tuvimos el Quiz Disney, donde hacían preguntas a los chavales sobre las pelis de dicha compañía. Total, que los que se sabían la respuesta, subían y mediante sorteo, respondían a ver si realmente conocían la solución. La pregunta era “¿Qué cambio La Sirenita por conseguir unas piernas?”. Esta película no la hemos visto, que somos más del estudio Ghibli, pero nada más oir la pregunta, salió corriendo como un gamo al escenario. Le reparten la bola entre decenas de niños y dice la chica, “El que tenga el 50 o el más cercano”. Toma, mi Pablo el 50. Se acerca al micrófono y dice, con toda la seguridad del mundo “La sirenita cambió las piernas por su cola”, como si fuera lo más evidente del mundo. La chica se quedó sin saber qué decirle, dado que a fin de cuentas tenía razón. ¿O acaso se convirtió en la cangurita, con el cangrejo en la bolsa? Así que le volvió a hacer la pregunta, especificando que no se refería a la cola. Un pucherazo como no se veía desde Franco, vamos hombre ya. En fin, mi Pablo bajó del escenario sabedor de llevar la razón.

Tengo al medio calabacín indignadísimo, dado que el buffete (el de comer, no el de abogados) es de poca calidad vegetal. Hoy casi le coge de un huevo al cocinero para explicarle que el jamón york en lonchas no es vegetal, dado que se le ha empeñado que su cus cus lo era. Y es que vivimos en el país, y sobretodo en la zona, donde todo plato debe llevar de adorno, un trozo de animal. Incluso había un brócoli salteado, con su jamón. Así que hemos decidido que para el próximo año, nos iremos a un hotel sin media pensión, que nos saldrá más barato y mejor. Por suerte los peques comen bien, que si no. Para que vamos a engañarnos, yo no ceno mal, pero para lo que vale …

Y poco más, acaba de terminar la noche funki, con los animadores con las pelucas que descartaron los pelochos por excesivamente llamativas. Ah, y ayer fui a hacer unas fotos nocturnas, dado que en un cielo oscuro hay más estrellas que pelos en el culo (o es granos de arena en el mar). Da lo mismo, el caso es que había unos pescadores con unas linternas que me jodieron la vida. Por suerte se me había olvidado el disparador, y no podía afotar ná de ná, jurjur.

Besitos.

18 de septiembre de 2010

En la playa (1 de 3)


Buenas,

ya estamos en la playa la tribu del tofu al completo. La semana pasada, además de por tierras cántabras, estuvimos en la feria del pueblo. Este año lo que más les ha gustado a los peques ha sido un castillo inflable enorme (que salieron magullados) desde el que Carmen se cayó como 5 metros para abajo rebotando para salir muerta de la risa, y una noria. Muchos niños se bajaban llorando como magdalenas (sigo con el enigma del lloro de las mismas) para estos dos para nada. Carmen saludaba con la mano flácida, como Sisí Emperatriz, y a Pablo le faltaba cabina. Aunque lo mejor, la conversación con mi madre. Le dice “Pablo, ¿te puedes aguantar?”, y contesta, “No, que ya oigo cohetes en mi culo”. La que casi no se aguanta es la abuela y se nos mingita ahí mismo.

Volviendo al tema playa, ayer por la noche tuvimos espectáculo “de payasetes y bailarinas” en palabras de Carmen. El espectáculo no estuvo mal, sobre todo por tener parte para adultos a cargo de una equilibrista búlgara. ¿Por qué? Porque decidió vestirse con un tanga, y en algunas contorsiones tuvieron que sacar oxígeno para los abuelitos patidifusos. Por cierto, que manera de doblarse. Y qué poco dejó a la imaginación. Volviendo al tema, salió un señor (alias “payasete”) al que pusieron una camisa de fuerza. Estas, para el que no lo sepa, se atan por la entrepierna con una cinta. Y en estas dice Carmen, a grito pelado “Tiene pepe”. El “pepe” es el aparato urogenital femenino en nuestro argot. No contenta con eso, me viene y me dice “Papa, ¿tiene pepe o colita?”. Le faltó subirse al escenario a asegurarse, que no se la veía nada convencida.

El tema de la comida no está mal. Es buffete de esos, y siempre se pilla algo. Hoy en concreto una decepción al descubrir los peques que lo que decía yo que no era helado de chocolate, efectivamente era de caramelo. Qué cara de ascuzo. Y es que un hotel como este tiene que tener un surtido enorme de dicho producto, dado que la mitad de los habitantes son niños deseosos de azúcar chocolatado. En fin, hoy había un cus cus con lombarda cruda, de extraño aspecto pero buen sabor, unas zanahorias cocidas y salteadas con cebolla, gazpacho, y unos canapeses de esos finolis que te comes de un bocado. Se ha cenado bien, que luego no hay quien duerma.

Por cierto, ¿los niños que pilas gastan? Si viérais la panzada matutina de playa os da algo, y han vuelto como motos los dos. Casi tenemos que darles un somnífero para un ratico de descanso. Y es que Pablo ha nadado hoy en el mar, como si fuera un arenque. Al principio no quería ni a tiros, para terminar rebozado como una roqueta, castigado por las olas, y más contento que un sarmiento. Carmen ha comprobado que con los manguitos también se flota en el mar, así que tendré que llevarme una cuerda para evitar que se me cruce el estrecho en un arrebato de rebeldía. Por cierto, la jodía ya nada en la piscina ella sola. No mucho, pero lo suficiente para no ahogarse si se cae a la pisci. Y es que al medio calabacín no le gana nadie a cabezota.

Mañana hablamos sobre atuendos de playa, que hay alguna que lleva más etiqueta que prenda tapándola, jurjur.

Besitos.

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