Buenas,
o me han engordado los dedos, o me han robado teclas, o estoy tecleando con el portatil cerrado o estoy peor de lo que pensaba. He borrado tres veces el título por ilegible. Aaaaayyyyyy, que estoy muy malito. Figuraos como será, que el medio calabacín se ha ido a comprarme espacio en el camposanto. O eso he deducido de "me voy a comprar, que estás insoportable". Que tenga vistas a la residencia de señoritas, a ser posible a las duchas, que seguro que no se aleja mucho mi alma de allí y cuando venga la resurrección de los muertos, no podrá decir que le daba pereza viajar mucho y se me meta el alma de un castor de Arkansas. No, que no tengo los dientes para roer nada. Ay qué malico estoy. Al cuidado del tomate frito me han dejado, con eso os lo digo todo. Lo desgastada que tiene la vitro mi suegra, que no veo donde está la marca donde hay que dejar la sartén. Tanto limpiar no puede ser bueno.
Hablando de cosas buenas, estoy como un queso de bola, ¿de bueno? No, de gordo, muahahahahaha. Chistes aparte, ayer estuvimos en una sesión de reflexología podal, que como su propio nombre indica, se juntan varios pies y debaten sesudamente sobre los temas que les interesan. Que si los tacones, que si los callos, que si este anda descalzo, que si tal y que si Pascual. O eso me pensaba yo, que resulta que es un masaje en los pies. Por suerte me había pasado antes la radial y pude cortarme las uñas, que habían comprado los derechos a futuro los de Mejillonera Española S.A.
Resulta que en Navidad (sí, las pasadas) nos regalaron una experiencia de esas, y en noviembre la hemos aprovechado. En plena puerta del Sol. Llegamos a la puerta de la casa, una casa semi en ruinas, entramos, la caseta del portero donde sólo cabe un portero delgadico. Debajo de su silla, el correo de vecinos (que deben estar muertos, y ser el cartero del infierno, por el color de las misivas), detrás de la silla, una estufica con más años que el sol (creo que calentaba al sol al comienzo de los tiempos). Todo giraba alrededor de la silla. Por suerte, el portero no estaba. Subimos a la quinta planta, por el ascensor. La escalera, con mármoles rotos por todos los sitios. El glamour del sitio ante todo. Yo pensando en que nos iban a hacer chopsuei de ese. Pero no, el sitio en sí es muy agradable, con su masajico de pies incluido. Pero no os contaría todo este rollo, salvo por el gusto de leerme, si no fuera por el final (no feliz de esos lugares que frecuentáis). Nos ponen un té en la terraza, y nos cuenta que desde esa terraza, se retransmiten las campanadas de Nochevieja. Qué bueno. Así que, que sepáis que he estado en un sitio histórico y vosotros no, panda de perdedores, muahahahahaha.
Para rematar, comimos en el buffet libre vegetariano, que se empeñó la dueña que en calidad de entendido, le dijera como mejora el arroz kumpao (como se escriba). Es una especie de arroz duro por un lado y por otro, una salsa gelatinosa con tropezones. Malo no, lo siguiente. Con el asco que me da. Pues dos cuencos me comí por no hacerle el feo. Además, si me dices "tu que eres experto en esto", me vengo arriba.
Finalmente, la fotografía que hoy nos ilustra es de Mari, una mariposa que encontramos dentro del tendedero hace unos días. En cuanto vino el calor, se marchó de nuevo, pero nos dejó grandes momentos de diversión como "¿Donde está la mariposa?" o "¿Donde está hoy la mariposa?" o "Ah, sigue ahí". Diversión a raudales. En ese momento, estaba sobre un cristal roto de un cuadro, que todavía estamos dilucidando si tirarlo o esperar a que me corte la femoral con él.
Besitos.
P.D: Me voy a meter en el sobre y mandarme a un lugar calentico, que estoy muy malico!!!