"La chispa de la próxima guerra mundial surgirá del buffet libre de la ONU" - Tito dixit.
Buenas,
tras esta mítica cita que me acabo de inventar, procedo a hablaros de los buffets libres y de los vegetarianos, que nos soportamos pero no nos queremos. A priori, los hoteles con buffet libre me gustan, pero sólo para el desayuno. Esa opción de poder desayunar tres tostadas de pan payés con tomate y aceite, cuatro tostadas de mantequilla con mermelada, un puñado de orejones, innumerables zumos, dos cafés, media docena de churros y unos donuts sólo lo tomarías cuando es gratis. Anda que si tuviera que pagarlo individualmente iba a comer de ese modo. Café con leche y tostada, jefe. Pero estando ya pagado, a reventar. Ah, y un bocadillín para comer luego y unas piezas de fruta bajo el carro de Carmen. Que ricos los niños.
Pero, todo en esta vida tiene un pero, y es cuando llega la cena y tienes que enfrentarte a una infinidad de platos cuyo único ingrediente es el animal fileteado, troceado, descabezado o como guste de servirse. Ahí es donde las pasas jodidas. Con suerte puedes coger una crema de verduras si quieres comer algo caliente (o sentarte en la parrilla a comer una ensalada). En estos días, he cenado básicamente gazpacho, quesos y ensaladas. Y con fortuna, un día hubo parrillada, otro pizza y poco más. Que penita. Pablo si comió mejor, con lo que le gustan los macarrones con tomate se ha hartado. Y alguna tortillita. Pero poca variedad. Gracias a Dios, él mismo inventó el concepto postre, donde un buen vegetariano puede resarcirse. Creo que he aumentado el PIB de Costa Rica comiendo kilos y kilos de piña. Mira que me gusta la piña, pero qué pereza me da prepararla. Aunque, si te ponen frutas cortaditas en el plato, pues puedo reventar. Cosa que no hice por que me apuntalé la panza con una buena faja.
Me dejo para el final la variedad de postres preparados de verdad. Esos helados cubiertos de sirope, con virutas de chocolate, laminillas de chocolate y cuenco de chocolate. Viva la madre que inventó el chocolate. Y otro día pusieron frutos secos y orejones en licor. Comentan las malas lenguas que me subió Pablo a la cama mientras yo cantaba finos temas musicales con letras como "En la punta la polla tengo un confite / el que tenga cojones que me lo quite". Esta no me la pedirá que se la cante el bisabuelo de mis peques, no.
Resumiendo, para alimentarse un vegetariano el buffet libre del hotel no es el mejor sitio. Eso sí, para comer como si te lo fueran a quitar, si lo es.
Besitos.
P.D: Se me olvidaba comentar el invento del donuts sangrando. Coges un donuts, le das un mordisco y rellenas el vacío existencial y físico creado con sirope de chocolate. Esto es sólo para los amantes de lo gore, je, je.
Buenas,
tras esta mítica cita que me acabo de inventar, procedo a hablaros de los buffets libres y de los vegetarianos, que nos soportamos pero no nos queremos. A priori, los hoteles con buffet libre me gustan, pero sólo para el desayuno. Esa opción de poder desayunar tres tostadas de pan payés con tomate y aceite, cuatro tostadas de mantequilla con mermelada, un puñado de orejones, innumerables zumos, dos cafés, media docena de churros y unos donuts sólo lo tomarías cuando es gratis. Anda que si tuviera que pagarlo individualmente iba a comer de ese modo. Café con leche y tostada, jefe. Pero estando ya pagado, a reventar. Ah, y un bocadillín para comer luego y unas piezas de fruta bajo el carro de Carmen. Que ricos los niños.
Pero, todo en esta vida tiene un pero, y es cuando llega la cena y tienes que enfrentarte a una infinidad de platos cuyo único ingrediente es el animal fileteado, troceado, descabezado o como guste de servirse. Ahí es donde las pasas jodidas. Con suerte puedes coger una crema de verduras si quieres comer algo caliente (o sentarte en la parrilla a comer una ensalada). En estos días, he cenado básicamente gazpacho, quesos y ensaladas. Y con fortuna, un día hubo parrillada, otro pizza y poco más. Que penita. Pablo si comió mejor, con lo que le gustan los macarrones con tomate se ha hartado. Y alguna tortillita. Pero poca variedad. Gracias a Dios, él mismo inventó el concepto postre, donde un buen vegetariano puede resarcirse. Creo que he aumentado el PIB de Costa Rica comiendo kilos y kilos de piña. Mira que me gusta la piña, pero qué pereza me da prepararla. Aunque, si te ponen frutas cortaditas en el plato, pues puedo reventar. Cosa que no hice por que me apuntalé la panza con una buena faja.
Me dejo para el final la variedad de postres preparados de verdad. Esos helados cubiertos de sirope, con virutas de chocolate, laminillas de chocolate y cuenco de chocolate. Viva la madre que inventó el chocolate. Y otro día pusieron frutos secos y orejones en licor. Comentan las malas lenguas que me subió Pablo a la cama mientras yo cantaba finos temas musicales con letras como "En la punta la polla tengo un confite / el que tenga cojones que me lo quite". Esta no me la pedirá que se la cante el bisabuelo de mis peques, no.
Resumiendo, para alimentarse un vegetariano el buffet libre del hotel no es el mejor sitio. Eso sí, para comer como si te lo fueran a quitar, si lo es.
Besitos.
P.D: Se me olvidaba comentar el invento del donuts sangrando. Coges un donuts, le das un mordisco y rellenas el vacío existencial y físico creado con sirope de chocolate. Esto es sólo para los amantes de lo gore, je, je.
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