... o vida y obra de la tribu del tofu, como gusten ustedes.

22 de julio de 2009

Ese señor es muy negro


Buenas,

hace un tiempo salió un anuncio de Mercedes que decía algo así:

Niño/a: Papa, ¿sabes que mi amigo Nerea es negra?
Papa (con cara de tolerante): Si, claro.
Niño/a: Pues yo no.

El anuncio en sí es muy bueno, y recuerdo que se montó un pequeño debate sobre el racismo, y como perciben los niños las razas, etc. Y yo me lo creí, que soy así de listo. Hasta ayer, que me pasó esto que describo a continuación.

Entramos en un supermercado, que se distingue por abrir casi todo el día y por tener un guardia de seguridad de más de dos metros y negro como el abismo insondable. De estas personas a las que le brillan los dientes (no como a mí, que mi padre siempre me piropeaba "Tienes los dientes como los burros". Bien le podría contestar que por lo menos tengo, pero ese es otro tema). Total, que pasa esto:

Pablo: Papa, ¿como se llama ese señor?
Yo: Ni idea, vete a preguntárselo.
Pablo: ¿Como te llamas?
Señor: Me llamo XXXXXX (un nombre muy raro).

Hablan un rato y nos vamos al coche. De camino me dice:

Pablo: Papa, ese señor es muy negro.

Casi tenemos un accidente de la risa que me dió. Luego me estuvo diciendo que si era el único negro, e incidiendo en que era muy negro. Por cierto, lo bautizó como Kemita. Así que le tenemos preocupado por que sea el único negro sobre la tierra. A mí lo que más me destaca de ese señor es que debe medir como 3 o 4 metros, es gigante.

Cambiando de tema, pero siguiendo con anécdotas, hoy me he acordado de una de hace muchos años. Antes de conocer al medio calabacín, incluso. Por esa época, nuestra dieta de piso de amigotes era básicamente "pasta con lo que haya" y "cosas que vengan en caja". Así que las cajas de kilo de patatas fritas, en lo que consumíamos sustancias dopantes y nos bebíamos hasta el agua de los floreros, eran una opción magnífica. Una noche de estas, en lo que degustaba las rancias patatas, un brillo en una de ellas atrajo mi atención.

Nunca he sido de mirar lo que como, más allá de las etiquetas. Si está en el plato, para dentro. Pero esa patata tenía algo especial, la miré, me miró y pronto lo comprendí. Esa patata ¡¡¡era la representación tuberloide de Felipe González!!! Alabado sea el señor, ahí tenía al presidente del gobierno (ya he dicho que fue hace muchos años), que quería compartir algo conmigo.

Pensaréis que me comí esa patata, pero no. Tras ese momento de total conexión, en el que me contó secretos como quien era el señor X, hacia donde cargaba Alfonso Guerra, como se poda un bonsay y demás minucias, decidí que tenía que presidir nuestro salón. Así que estuvo años bisiestos pinchada (sin atravesarla, claro) en el corcho. Pensé incluso algo del estilo de las caras de Bélmez, pero me parecía con el paso de los años, que esa patata se parecía a Felipe González como Felipe González a esa patata.

Estremecedor documento.

Besitos.

P.D: La foto debería ser de la patata, pero en la mudanza decidí que debía volar libre, y ahora busco una de Obama, o de Berlusconi, para que me cuente sus secretos ;-)

No hay comentarios:

Últimos comentarios

Archivo del blog