... o vida y obra de la tribu del tofu, como gusten ustedes.

18 de septiembre de 2010

En la playa (1 de 3)


Buenas,

ya estamos en la playa la tribu del tofu al completo. La semana pasada, además de por tierras cántabras, estuvimos en la feria del pueblo. Este año lo que más les ha gustado a los peques ha sido un castillo inflable enorme (que salieron magullados) desde el que Carmen se cayó como 5 metros para abajo rebotando para salir muerta de la risa, y una noria. Muchos niños se bajaban llorando como magdalenas (sigo con el enigma del lloro de las mismas) para estos dos para nada. Carmen saludaba con la mano flácida, como Sisí Emperatriz, y a Pablo le faltaba cabina. Aunque lo mejor, la conversación con mi madre. Le dice “Pablo, ¿te puedes aguantar?”, y contesta, “No, que ya oigo cohetes en mi culo”. La que casi no se aguanta es la abuela y se nos mingita ahí mismo.

Volviendo al tema playa, ayer por la noche tuvimos espectáculo “de payasetes y bailarinas” en palabras de Carmen. El espectáculo no estuvo mal, sobre todo por tener parte para adultos a cargo de una equilibrista búlgara. ¿Por qué? Porque decidió vestirse con un tanga, y en algunas contorsiones tuvieron que sacar oxígeno para los abuelitos patidifusos. Por cierto, que manera de doblarse. Y qué poco dejó a la imaginación. Volviendo al tema, salió un señor (alias “payasete”) al que pusieron una camisa de fuerza. Estas, para el que no lo sepa, se atan por la entrepierna con una cinta. Y en estas dice Carmen, a grito pelado “Tiene pepe”. El “pepe” es el aparato urogenital femenino en nuestro argot. No contenta con eso, me viene y me dice “Papa, ¿tiene pepe o colita?”. Le faltó subirse al escenario a asegurarse, que no se la veía nada convencida.

El tema de la comida no está mal. Es buffete de esos, y siempre se pilla algo. Hoy en concreto una decepción al descubrir los peques que lo que decía yo que no era helado de chocolate, efectivamente era de caramelo. Qué cara de ascuzo. Y es que un hotel como este tiene que tener un surtido enorme de dicho producto, dado que la mitad de los habitantes son niños deseosos de azúcar chocolatado. En fin, hoy había un cus cus con lombarda cruda, de extraño aspecto pero buen sabor, unas zanahorias cocidas y salteadas con cebolla, gazpacho, y unos canapeses de esos finolis que te comes de un bocado. Se ha cenado bien, que luego no hay quien duerma.

Por cierto, ¿los niños que pilas gastan? Si viérais la panzada matutina de playa os da algo, y han vuelto como motos los dos. Casi tenemos que darles un somnífero para un ratico de descanso. Y es que Pablo ha nadado hoy en el mar, como si fuera un arenque. Al principio no quería ni a tiros, para terminar rebozado como una roqueta, castigado por las olas, y más contento que un sarmiento. Carmen ha comprobado que con los manguitos también se flota en el mar, así que tendré que llevarme una cuerda para evitar que se me cruce el estrecho en un arrebato de rebeldía. Por cierto, la jodía ya nada en la piscina ella sola. No mucho, pero lo suficiente para no ahogarse si se cae a la pisci. Y es que al medio calabacín no le gana nadie a cabezota.

Mañana hablamos sobre atuendos de playa, que hay alguna que lleva más etiqueta que prenda tapándola, jurjur.

Besitos.

1 comentario:

Senyor_X dijo...

Aiss cuanto daño ha hecho la educación atea del pesoe... Esto con franco no pasaba!:D

La expresión llorar como una Magdalena, no es en referencia al dulce de lasciva morfología, sinó a la mujer de malas costumbres que acompaña a jesús en el mayor best-seller de la historia, que lloró como ella misma en el momento de la crucifixión.

Ahí queda el apunte.

Besitos!

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