Revisando el billete exhaustivamente |
Sentando en mi asiento del tren, me invade una sensación inicial de garbanzo. Concretamente, de garbanzo cocido en bote, que vive en una burbuja protectora, un poco prieto, hasta que alguien lo saca para comérselo. Qué calor hace en el tren, y qué apreturas. Pero bueno, por suerte soy pequeñito, o he encogido, o qué se yo, porque estoy muy a gusto. Escribo con una letra diminuta, que me cuesta saber si estoy escribiendo a manotazos, o con la finura de un pianista, pero todo sea por preservar de la curiosidad de mis compañeros de periplo. Curioso, escribir algo para que sea leído por mucha gente, pero ocultarlo en el momento de la creación. Como si fuera a escribir el Quijote 2, el regreso del Toboso, con Dulcineas a miles en su versión extendida. En fin, la mente humana hace cosas raras. Y la mía más.
Volviendo a mi estado de garbanzo Hacendado (el señor Roig me manda un lote de Bosque Verde por cada 100 menciones que hago a sus productos), y obviando que me mareo cosa mala en transportes que no conduzco yo, os cuento. No hace falta que despierten a los abuelos reposantes en el sofá, ni que acuesten a los más pequeños de la casa, que no es para mayores el asunto. Voy a confesar una cosa, me gusta pasear por ciudades en días fríos. No es para fundar un “paseantes anónimos”, pero es un vicio. Esa sensación de sentirte invisible entre el bullicio, de observar sin ser visto (aunque lleves una enorme mochila naranja y cara de Paco Martínez Soria sin boina ni gallinas), ese …. Ese climax roto por una turista con acento de choni que ha perdido el billete en el asiento del pasajero de delante. Ciertamente tiene mérito, me ha esfumado las musas que me revoloteaban como querubines en cuadro de Rubens, y me ha dejado la duda de cómo se las ha apañado. Misterios sin resolver. Por cierto, ¿hay Wifi en los trenes? Viaver.
Ummmmm, “el Iphone de Carol” entiendo que no es cortesía de Renfe, si no una tal Carol que tiene un Iphone y necesidad que el resto de la Humanidad nos enteremos.
Qué atardecer más bonito, pardiez, se ve desde la ventanilla. Madrid con un cielo rosa, como algodón de azúcar que empalaga con mirarlo. Si, los paseos me ponen memo, lo reconozco.
Siguiendo con el tema Labordeta, cuando paseo me doy cuenta de la cantidad de seres humanos con intereses en la vida, con sus microhistorioas (no como la mía, claro, que es una macrohistoria a ser contada por los juglares, por su épica) y con las mismas cositas los unos y los otros. Uy, la vecina de asiento tiene un antimonárquico panfleto que atenta contra Urdangarín. ¡Hasta donde vamos a llegar! Dudar de la honestidad de un jugador de balonmano metido a consorte de princesa. Una vergüenza absoluta. ¿Qué son unos milloncejos para este señor? Cómo mucho tiene un problemilla de cleptomanía ligera, que se le va la manica a la caja como mi ojo a un tanga. No se puede evitar. Angelico. Y lo buen mozo que es, si es que se ha cebado con él la mala fortuna. La mala fortuna de que le pillen con la mano en la caja, sí, pero mala fortuna.
Otra cosa que me gusta, dado que el tema de los paseos no avanza, es ir en tren. Obviamente, si tuviera que ir todos los días en atestados vagones trufados de olores y contrastes, tendría otra opinión. Pero dado que mis viajes son más de placer, pues me gusta. Sobretodo, cuando atraviesan las ciudades y nos muestran una cara que no se ve habitualmente. Como mirar por detrás de un decorado de Hollywood, que por delante mola, pero por detrás …. (interviene el revisor en el asunto “se me ha colado el billete por aquí y no puedo sacarlo” y pinta mala la situación. Anda que si en vez de tres mozuelas son tres maromos mal olientes, les iba a hacer tanto caso). Qué bucólica cementera, lamida por un sol tenue, y apestando el interior del vagón. Joder qué pestucia, o es la cementera, o es alguno que se le ha escapado una llufa escudado en el anonimato del momento. Esto es insoportable, o llevamos un polizón donde entra el aire y falleció hace unos días, o esto no es de persona. Gensanta.
Bueno, pues tal y como empezó, sin decir ni aportar ná de ná, pero con un ratico bueno invertido, se despide su más fiel escudero, que esto llega a su fin.
Besitos.
3 comentarios:
Caramba, caramba, si es que es lo que tiene. Estas tardes de invierno semiprimaveral. Ya no es lo que eran... antes del cambio climático uno se acurrucaba junto a la hoguera. Ahora que ni hay frío en las calles, ni hay hoguera en los apartamentos... uno se acurruca junto a los blogs.
qué original y divertido es leerte... me hecho seguidora.
si quieres seguirme también, entra en http://moylanutricionlibre.blogspot.com/
Acabo de descubrir tu blog y me ha encantado!! Me gusta tu manera de pensar, tu forma de expresarlo.. ese humor tan sano que desarrollas y el respeto que muestras para los que no piensan como tú!! Te sigo..Isa
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